Estoy ahí, al fondo del pasillo, como todo en los chinos. Cuesto tres euros, aunque en realidad no tengo precio. Te ayudo a ordenar tu día, pero eso es lo de menos. Por mis páginas han pasado las mejores frases de la historia. ¿Por qué no las lees? ¿Tanta prisa tienes? ¿Es que hay que dártelo todo mascado?

Soy una agenda comprada en los chinos y te voy a regalar mi tiempo, ése que a ti te falta, y que buscas entre mis páginas justo donde no está. Ya lo dijo la señora Martín Gaite: “Quien dice el tiempo es oro, lo convierte en calderilla.”